La Capilla gótica del Instituto Cultural Helénico, siendo la única estructura original gótica en México y América Latina, ha sido sede de grandes producciones cuya narrativa requiere de una ambientación donde la época figura como un elemento más para su construcción y aquí sin duda da un gran realce que acompaña a los actores en escena para completar el cuadro teatral al que apenas entramos, nos situamos a la par.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
El director Rodrigo González, en esta ocasión adapta una de las novelas más controversiales por su aún dudosa atribución a Óscar Wilde, ya que coincide con su estilo literario y con versiones sobre su escritura colectiva por amigos íntimos del escritor, así que tiene ese valor añadido de una mitología que le ha dado perdurabilidad a través del tiempo, además de la manera en que la temática resultó de gran asombro para el contexto social en que habría sido escrito, un lejano siglo XIX que se encuentra con una visión de gran detalle y respeto cautivador por el texto que toma vida en estas paredes.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
González se apropia de esta intensa historia de un amor puro y de gran expresión, lo que en su tiempo habría fungido como un texto pornográfico aquí con notable creatividad y desarrollo coreográfico se desenvuelve para ir más allá de la traducción de las palabras a lo explícito, el acierto se hace al momento de escenificar momentos de entrega e intimidad a través de una sutil danza narrada con sentimiento tal que cautiva y lleva el imaginario a las últimas consecuencias del detalle de bella escritura y recepción al oído. Disfrutamos de un perfecto balance de erotismo y drama, cada escena remarca las emociones y el andar descriptivo de los protagonistas.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Teleny es un pianista húngaro de buen atractivo, que en una de sus presentaciones percibe en el público a Camille de Greux, un joven acompañado por su madre pero que inmediatamente siente una conexión revolucionaria entre deseo y curiosidad por él; Acompañamos este viaje donde las dudas y la entrega se hacen presentes para llevarlos tanto al disfrute como al tormento causal, una sociedad que no está lista para estos encuentros fortuitos hasta hacer crecer las emociones y las experiencias.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Es sin duda una historia de potente relato para su época, que a través del tiempo se ha favorecido por la constante evolución de ideales y aceptación a la diversidad para hoy poder disfrutarle en una puesta de impecable producción.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Teleny es interpretado por Carlos Coronel, que le imprime ese aspecto solemne y sobrio que añade personalidad y magnética presencia en su andar, Camille es interpretado por Bernardo Kasis de manera que cada intención es transmitida con fuerza y calidez, ambos actores tienen una química que sobrepasa el escenario, una mirada, un gesto y la precisión en las coreografías detona las emociones en contención desde una representación de una estética visual idónea.
Tienen un control del espacio, encontrando momentos con la dirección para aprovecharlo y dibujar momentos representativos en diferentes puntos, enriqueciendo el imaginario y resaltando una creatividad consciente.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Al finalizar cada función, el público es invitado a recorrer la capilla y disfrutar de sus cuadros y sus acabados, sin duda es una experiencia completa para revivir un clásico que aquí encuentra el reconocimiento que en su tiempo le fuera negado, desde el respeto y la convicción de que es un texto aún vigente y de larga vida.
Teleny se presenta en el mes de julio los días sábados a las 20:00 y los domingos a las 19:00h, en la Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico, no te la pierdas.
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Por Gualberto Ortiz para Boy4ME