"Tenemos los medios intelectuales y técnicos para acabar con la sífilis”
Oriol Mitjà (Barcelona, 1980) lleva toda su carrera estudiando enfermedades infecciosas. Ahora trabaja en nuevos tratamientos para combatir la sífilis, una patología de transmisión sexual con más de once millones de nuevos casos diagnosticados cada año en el mundo. El investigador cree que debemos ser ambiciosos y aspirar a erradicarla.
Los últimos de la Organización Mundial de la Salud alertan sobre el preocupante pico de infecciones de transmisión sexual en el mundo: más de un millón de personas de 15 a 49 años se contagian cada día y anualmente se registran más de 376 millones de nuevos casos de clamidiosis, gonorrea, tricomoniasis y sífilis.
En concreto, esta última patología se está configurando como una epidemia global, con más de once millones de nuevos casos diagnosticados cada año en todo el mundo.
Oriol Mitjà, investigador en Enfermedades Infecciosas y Salud Global en el Hospital Germans Trias, busca nuevos tratamientos para reducir a cero los casos de sífilis, producida por la bacteria Treponema pallidum, gracias a una beca del Consejo Europeo de Investigación.
¿Cuál es el principal objetivo de su línea de investigación?
La penicilina, que es el régimen de tratamiento para la sífilis, se utiliza desde hace un siglo. En los últimos 100 años prácticamente no se ha descubierto ninguna otra solución para las ITS. Si bien este antibiótico es efectivo, debemos identificar terapias alternativas más fáciles de administrar y que permitan avanzar en el control de la enfermedad.
Nuestra idea es reutilizar otros antibióticos actualmente indicados para diferentes enfermedades, a fin de superar las limitaciones del tratamiento actual, ya que el régimen de penicilina sufre rupturas de stock recurrentes que hacen peligrar los esfuerzos para controlar esta patología.
Como consecuencia, el proyecto busca también identificar terapias alternativos para el pian, una enfermedad tropical infecciosa causada –al igual que la sífilis– por la bacteria Treponema y que la comunidad internacional aspira a erradicar en 2030.
En este caso la penicilina se utiliza como régimen alternativo para las personas que no pueden tomar azitromicina, o que han desarrollado una versión de la enfermedad resistente a ella. Por lo tanto, la identificación del tratamiento alternativo para la sífilis será esencial para hacer posible la erradicación del pian.
¿Cómo ha cambiado la prevalencia mundial de las ITS en los últimos años?
Las cifras de prevalencia han aumentado de manera alarmante. En Barcelona, ciudad en la que realizo mi investigación, sabemos que en 2018 los casos diagnosticados de la enfermedad aumentaron un 22 % respecto al año anterior y un 158 % más que en 2015.
Este dato es similar a la infección por gonococo, mientras que los casos de clamidia aumentaron aún más, acercándose al 45 % de nuevas infecciones. Estas cifras son similares a las de cualquier gran ciudad en la que existe un registro exhaustivo de casos.
La problemática es diferente en países en los que, por diferentes razones –sistemas de salud precarios o cuestiones culturales–, el registro o tratamiento de ITS es deficiente o inexistente. En esos contextos, estas infecciones permanecen descontroladas. En China, por ejemplo, se está produciendo un repunte notable en los casos de sífilis con complicaciones neurológicas a causa de la precaria atención ofrecida en el estadio iniciático de la enfermedad.
¿Se le ha perdido el miedo a estas infecciones de transmisión sexual?
En cierta manera sí. La evolución de la infección por VIH, que ha dejado de ser mortal en los países con acceso a tratamiento, ha hecho que se relajen los mecanismos de control de la enfermedad –básicamente el uso del preservativo–. Por extensión, esto abre la barrera a un mayor contagio de otras ITS.
En países donde el sexo entre hombres está penalizado las complicaciones son otras. Los hombres que tienen sexo con hombres son, lógicamente, poco proclives a ir al médico ante la aparición de determinados síntomas. En este caso no hablaría de pérdida del miedo, sino de lo contrario.
El control de las ITS tiene un fortísimo componente cultural, y creo que tendemos a observarlas desde un único prisma: el nuestro. Lamentablemente, existen muchos países en los que determinadas prácticas se consideran inaceptables, hecho que dificulta enormemente el control de algunas dolencias.
¿Y se conocen las causas del aumento en España?
En España se unen múltiples causas. Se usa menos el condón por una disminución de la percepción de riesgo y una falta de campañas de promoción de su uso. Además, hay un cambio de conductas sexuales por el uso de aplicaciones móviles y el consumo de drogas.
Por último, también afecta el acceso al tratamiento de la infección por VIH universal y la llegada de la profilaxis preexposición (PrEP), el antirretroviral preventivo para evitar nuevas infecciones de VIH entre colectivos que tienen prácticas de riesgo (sin condón).
Ante esto, hay que trabajar en la sensibilización para la prevención, a fin de lograr un éxito parecido al alcanzado en el control del VIH, y también para identificar nuevos tratamientos que frenen la propagación de estas patologías de forma fácil y efectiva.
¿Habría que buscar entonces nuevas medidas de prevención?
El hecho de que las ITS estén en aumento indica que las medidas utilizadas hasta la fecha son insuficientes, han quedado obsoletas en un contexto en que las prácticas sexuales son otras.
Hay una nueva generación cuya actividad sexual no está determinada por el miedo al VIH, y que no se siente interpelada por el riesgo que comportan las ITS. Hay que encontrar la forma de hacer llegar el mensaje relativo a los riesgos de estas infecciones de transmisión sexual a estos jóvenes.
¿Ve posible la cura de alguna de las ITS actuales?
Sin duda. Tenemos los medios técnicos e intelectuales para acabar con algunas infecciones de transmisión sexual. Eso sí, el desafío para lograrlo se halla en la prevención y en un tratamiento precoz y universal.
Pero en el caso concreto de la sífilis, tenemos que ser más ambiciosos y aspirar a erradicarla. Esto no es sencillo, necesitamos pensar de forma innovadora e ir más allá de las medidas de control implementadas hasta la fecha.
FUENTE: Kien y Ke