Entre comedias y musicales, muchas opciones teatrales quedan de lado en la variedad de contenido a apreciar como la intimidad del ser o las emociones que potenciadas podrían aquejar a las personas y aquí tenemos un espacio donde la protagonista puede compartir aquello que ahonda en su mente y la manera en que esto define su relación con el mundo.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Muy pocas veces el ser humano es capaz de compartir cómo se siente o cómo la vida es vista desde su perspectiva formada por la experiencia y las vivencias desdibujadas de la infancia que dejan huella tal que hacen parte del día a día en que nos desenvolvemos, por tanto muy importante es el hacer consciencia de esta situación por una sana convivencia con las personas allegadas y el entorno para sí mismos.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Apenas entra en escena, Carolina Politi no actúa, previamente tras bambalinas tuvo el tiempo preciso para adentrarse en la piel de su personaje, hacerse una y vivir cada motor que mueve la psicología que inmediatamente se apodera del escenario con una presencia que atrae la atención y sutilmente conecta con el espectador para pedir la fija escucha para no perder detalle alguno de todo lo descrito y que palabra a palabra forma un todo que sin duda crea un texto de poderosa interpretación entre notable contención y variación en el habla.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Y es que precisamente la interpretación es clave en un texto que está enfocado en la aguda atención a la persona en el escenario, donde la escenografía se limita a una silla y es más que suficiente para dibujar un espacio donde deambulan la libertad y la confianza para compartirnos desde la narrativa en tercera persona, una apertura voraz que nace del corazón y la incertidumbre del propio ser que le da voz, haciendo notar las inseguridades que vive día a día en su constante búsqueda de tranquilidad y superación del estado donde la depresión ha construido barreras y una aparente permanencia conviviendo con la cotidianidad.
De cruda y propia consciencia sobre el sentir de una persona deprimida, el texto de David Foster Wallace hace hincapié en hacernos ver la vida a través de los ojos de la misma, cómo el desenvolvimiento en un núcleo familiar nada apto que le convertía en un elemento de disputa, haría estragos en la personalidad reprimiendo espectros de sano crecimiento, la actual situación con especialistas y la simpleza de un saludo, todo esto perfectamente comprendido por Daniel Veronesse quien en su adaptación y dirección toma la historia y se apropia de ella para ponernos en los zapatos de la actriz y entender el mensaje.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Entre disculpas y un grito de ayuda que se deja ver entre líneas, de manera orgánica se teje la simpleza de un mensaje visceral y común como compartir las vivencias de alguien, pero manifestando el dolor y la imposibilidad de un semblante de natural calma, donde al final encontramos una experiencia redonda de gran contenido e interpretación. Memorias de un estrago notable, recordando al espectador la importancia de la salud mental, el juicio y la minimización del sentir del otro.
La persona deprimida se presenta los días jueves a las 20:00h en el Teatro La Capilla. No te la pierdas.
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Por Gualberto Ortiz para Boy4ME