¿Un chupito de orina? La invitación no es nada tentadora, pero sonará aún más delirante si la bebida de nuestra propia orina forma parte de una terapia que promete curarnos cualquiera que sea la enfermedad. Esta técnica milenaria nació en la India hace ya 5.000 años cuando la gente empezó a tomarla para depurar el organismo. También los aztecas limpiaban con su propio pis las heridas externas para prevenir infecciones. Y a los romanos les sirvió de blanqueador dental.
Hoy es noticia porque los Ministerios de Sanidad y Ciencia acaban de incluirla en una lista de pseudociencias, es decir de terapias que no curan nada. De las 139 técnicas analizadas, 73 no tienen ningún ensayo clínico aleatorizado, revisiones sistemáticas o meta-análisis sobre su eficacia o seguridad. En aquellos productos o técnicas en los que se tenga constancia que suponen un peligro directo para la salud se acudirá a la Fiscalía como ya ha hecho este ministerio en el caso del clorito de sodio (MMS), que se vende como remedio para el autismo.
La orinoterapia es una estafa más, pero todavía hay quien le atribuye una lista larga de virtudes, como que potencia el rendimiento sexual, reduce el peso, depura el hígado, mejora la piel y actúa contra la alopecia, las alergias, infecciones y cansancio. Hay quien la utiliza con fines cosméticos y se embadurna con ella la piel para conseguir estar más joven y hermoso. ¿Quién no recuerda a Paco Rabal en su papel de Azarías, en ‘Los santos inocentes’, orinando en sus manos porque se le agrietaban? Tampoco faltan quienes quieren hacer creer que podría curar el cáncer.
La orina contiene los productos de desecho del organismo, pero sus defensores argumentan que su paso por los riñones le sirve para adquirir unos códigos de regeneración que serán de utilidad en caso de enfermedad. Algunos van más allá y achacan el origen de la enfermedad a un desequilibrio entre el cuerpo y la mente desde el nacimiento, momento en que dejamos de ingerir la mezcla de orina y líquido amniótico.
Su consumo por vía intravenosa acabó, en 2009, con la vida de la veterinaria boliviana Gabriela Ascarrunz después de que una amiga le realizase una transfusión. Una investigación del biólogo extremeño José Ramón Vallejo recopiló 204 usos de la orina como medicina en España. Recoge tradiciones como la de la isla de Ons (Pontevedra), donde la mujer bebía la orina de un hombre virgen para facilitar el parto.
Además de inútiles, el informe de Sanidad y Ciencia recuerda que estas técnicas pueden llegar a ser muy peligrosas y más aún cuando el paciente abandona la medicina para practicar pseudoterapia.
Junto a la orinoterapia, en España se siguen practicando, de forma muy minoritaria, técnicas que llaman la atención por su excentricidad.
FUENTE: Mens Health