Para todo en la vida hay un momento, así como también para masturbarnos, ese placer inmediato y vital para dejar salir las tensiones, sin la necesidad de otros.
Aquí te hacemos un recuento de esos posibles momentos íntimos entre tu mano y pene.
Ahí estás, frente al televisor y, de pronto, los protagonistas se dan un encontronazo con explícitos detalles que es imposible que pasen inadvertidos ante nuestros ojos e instintos; así que, como no queriendo la cosa, un toque por aquí, una caricia por allá y, zas, tu mano hace justicia divina.
Ese jabón líquido que huele bien, miras que se desliza en tu cuerpo y tú, ni corto o perezoso desaprovechas cada gota del sofisticado producto; sin duda, estás disfrutando un nuevo ritual bajo la regadera.
Así que la lectura también te lleva a darle forma y color a una escena candente y tus impulsos afloran sin que ése haya sido el objetivo al leer dicha historia.
Bueno, pues eso ha bastado para que, en la cama, cierres los ojos y liberes tus deseos imaginando que haces no sé qué tantas cosas con el hombre de tus sueños (húmedos).
Todo puede empezar con un inocente “buenas noches, papacito”, para que se desate una excitante conversación con tu chico, con quien no fue posible tener sexo esa noche.
Entonces, como aún tienes 10 minutitos libres antes de lanzarte a las fauces de las responsabilidades, aprovechas la oportunidad de consentir ese portentoso falo e incitas el clímax para levantarte con la energía necesaria para afrontar el día.
FUENTE: GQ