Con un escenario minimalista que con actos simples nos lleva a viajar por el mundo del deporte y todos los bemoles qué eso conlleva, visto desde la perspectiva de una atleta que hace una analogía psicológica al espectador respecto a lo que en el día a día vive y que nosotros como “simples mortales” podríamos llegar a enfrentar en la competencia diaria de la vida.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Con un guion original de Valentina Garibay, quien también de una forma audaz y exquisita dirige e interpreta a manera de monólogo esta historia, nos demuestra que para hacer teatro con tan sólo mostrar el talento y enfocarse en uno mismo, puedes hacer un gran producto, justo como esta gran historia que nos relata sobre el escenario.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Tocando temas fuertes que cualquier persona puede experimentar en su ámbito laboral, personal o incluso hasta en la pareja, tales como el síndrome del impostor, la meritocracia, o incluso el narcisismo, que detonan competencias insanas en el ser humano, creando sentimientos tóxicos tales como la envidia, la frustración, la rivalidad, el aspiracionismo, entre otras, tomando metafóricamente al deporte para llevarnos a ese viaje.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
En el cual, la misma actriz puso particularmente su sello y vivencias para impregnar esa espectacularidad al personaje, tomando al deporte para hablarnos de algo más y llevarnos también desde el título al mundo del Tenis, con base a que el Grand Slam está constituido por los cuatro torneos más importantes de Tenis a nivel mundial como el Roland Garros, Wimbledon y los Abiertos de Australia y Estados Unidos en los que compiten los tenistas más importantes del mundo.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
En el que nos muestra Valentina con su personaje a una tenista adolescente que tiene talento para convertirse en una tenista reconocida y vive enamorada de su ídolo legendario tenista André Agassi, sin embargo, su estabilidad emocional y su capacidad como atleta profesional se ve tambalear gracias a la llegada de una nueva promesa del Tenis de origen Neozelandés, que llega a competir a su liga y a quien el entrenador comienza a poner más atención, lo cual le obsesiona a tal grado que quiere demostrar quién es la mejor y evidenciar quien es la más débil, pero en su obsesión comienza a fallar, mostrándose a ella misma que lo que le enfada no es la nueva integrante del equipo sino que la competencia es consigo misma y le cuesta trabajo perder.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Todo este slam de emociones nos lo relata a través de una experiencia inmersiva, sencilla pero profunda, en la cual, por medio de un trabajo de iluminación espectacular de Ingrid Sac nos lleva a transportarnos a esa cancha de tenis, con un espectáculo visual genuino, acompañado de un diseño sonoro de Pedro de Tavira, que en conjunto con la expresión corporal de Valentina sobre el escenario en el que sus movimientos e interpretativa nos simulan el sentir del personaje como si se tratara de verla soñar despierta, siendo una experiencia única para el espectador.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Esta puesta en escena que fue creada desde el 2017 y que ha recibido varios reconocimientos, regresa al Teatro La Capilla durante una corta temporada, por lo tanto no pueden perderse esta excelente propuesta, tanto para los amantes del deporte, como para los aficionados o incluso quienes en la vida diaria no estamos a acostumbrados a perder y necesitamos una enseñanza de vida sobre la perspectiva de uno mismo y que la competencia es interna para ser mejores. Los boletos los pueden adquirir en taquillas.
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Por Juan Carlos Vega
para Boy4ME.com