Si adelgazar es un propósito que se mantiene durante cualquier época del año, en estas fechas, generalmente, se convierte en el objetivo principal. El problema es que, sobre todo en personas que comienzan a hacer ejercicio, el trabajo físico en la primera etapa puede parecernos que no da el resultado que esperábamos.
Si comienzas a hacer ejercicio pero no consigues bajar de peso es importante que comprendas qué le pasa a tu cuerpo. Cómo afrontar la primera etapa de entrenamiento y reconocer los cambios físicos iniciales puede ser la clave para afrontar, si cabe, con más ganas tu nuevo reto.
Aunque cada persona es un mundo es muy normal que cuando comenzamos a hacer ejercicio con el firme propósito de bajar de peso, la respuesta inmediata de nuestro cuerpo, muchas veces, no cumple con los objetivos visuales que nos hemos marcado, ni con las expectativas adquiridas. Es en ese momento cuando nos viene a la cabeza el pensar: ¿qué es lo que estoy haciendo mal? ¿realmente vale la pena el esfuerzo que hago?
Esto puede suponer un grave problema ya que muchas personas que llevan un par de semanas haciendo ejercicio se desmotivan por la ausencia de resultados visibles inmediatos y, finalmente, terminan tirando la toalla: si quieres adelgazar empieza por ser realista.
Entonces: ¿hay resultados aunque no los veamos físicamente de forma inmediata? Por supuesto que los hay, pero todo lleva un proceso y más si comenzamos de cero a hacer ejercicio. Para comprender esto y ser conscientes de que nuestro cuerpo sí que está respondiendo positivamente al esfuerzo físico es importante que conozcamos qué es realmente lo que le pasa.
Cuando comenzamos a hacer ejercicio nuestro cuerpo necesita un período de adaptación para afrontar el nuevo cambio. Durante esta etapa, que puede llevarnos semanas, como respuesta al nuevo esfuerzo físico al que hace frente el cuerpo comenzará, poco a poco, a crear masa muscular ganando algo más de volumen.
Este incremento, al igual que el del resto de tejido conectivo, puede hacer que no notemos una rápida bajada de peso, porque la grasa que quemamos puede verse compensada por el volumen de masa magra que vamos adquiriendo. En ocasiones, incluso podemos notar hasta una cierta ganancia, pero recordad que será algo transitorio propio del período de adaptación.
Aunque a priori una pérdida se compense con una ganancia y esto lleve a que no veamos variaciones en la báscula, evidentemente, el resultado no es el mismo. Es decir, no es lo mismo peso de grasa que peso de músculo. ¿Con esto qué quiero decir? que aunque la aguja del peso no se mueva nuestra composición corporal está variando, nuestro plan está funcionando y apreciaremos resultados.
A raíz de esta ganancia muscular y de la acumulación propia de glucógeno, también es normal que pueda apreciarse cierta retención inicial de líquidos, otro motivo que puede hacer que al comienzo, durante el período de adaptación, la báscula esté temporalmente sin variaciones.
A pesar de que nos mantengamos en el peso inicial, hasta que nuestro cuerpo se estabilice a las nuevas ganancias adquiridas, ya hemos comenzado a quemar grasa y a transformarla en tejido muscular que es lo que realmente interesa. A partir de aquí la pérdida de peso será más efectiva y visible.
Si el objetivo marcado es el de bajar de peso deberemos llevar una dieta hipocalórica acorde con nuestro propósito. Al final, la clave para bajar de peso radica en un déficit calórico que deberemos conseguir a través de un buen plan alimenticio y del entrenamiento.
A su vez, poco a poco, cuando nuestro cuerpo se haya adaptado a la práctica de ejercicio nos pedirá más e iremos progresando e intensificando nuestros entrenamientos para ver resultados óptimos.
Si queremos bajar de peso de un modo correcto y duradero deberemos de combinar ambas cosas: alimentación y ejercicio físico. Intentar no caer en errores típicos en la dieta, que solo nos llevan a acabar con un efecto rebote todavía peor, o en errores físicos de principiantes serán las claves para nuestro triunfo.
FUENTE: vitónica