Uno de los géneros que más peculiaridad tienen en el teatro, es la comedia, pues implica el trabajo conjunto de la compañía y una entrega sinigual, hecho que se cumple con creces en esta puesta en escena que no se detiene en tocar temas de poca exposición pero que son arrolladores, tanto como el tratamiento que conlleva una historia tan simple como universal.
El viento en un violín va sobre los pequeños detalles que definen el día a día en las sociedades, momentos y banalidades que suponen un significado como motor del proceder de cada persona, y que define un punto de partida en las decisiones y los objetivos a perseguir; es sobre el amor, el significado de la familia y el ser madre en las diferentes expresiones que puede encontrarse. Los actos erróneos que se encuentran con la culpa y el pasado a cuestas.
El texto es de Claudio Tolcachir, que desde su concepción clama por la crítica social y los estereotipos en una contralucha que nos introduce en temáticas sociales de gran impacto pero con una narrativa ataviada de una sutil comedia negra e involuntaria que se sostiene por un reparto con total entrega para entender la psicología detrás de las motivaciones y recelos que se entretejen por la concentración tal que en ningún momento se rinden a las risas o las distracciones en el escenario. Tenemos a una madre procurando la subsistencia de su hijo, una madre buscando entender y conectar con su hija, una pareja buscando tener un hijo a costa de lo que sea, un hijo carente de aspiraciones y a un psicólogo con una ética cuestionable.
La escenografía es sobre un par de estructuras independientes que dibujan los diferentes espacios, desde un consultorio hasta una lujosa habitación y una humilde cocina, y con la sutileza de un gran trabajo detrás de escena se logra la precisión de un relato dinámico y orgánico para exponer a una sociedad en decadencia y de extrema causa en el logro de los objetivos que suponen un alivio en este tránsito vivencial. A la par de un diseño de vestuario acorde a las exigencias de perfil, donde todo está perfectamente cuidado para no dejar lugar a dudas de a quién estamos viendo en escena y el papel que desempeña.
Mercedes Hernández, Mahalat Sánchez, Assira Abbate, Roberto Beck, Ariana Sacristán y Daniel Mandoki hacen un trabajo excepcional poniéndose en la piel de estos personajes tan bien definidos que se mueven con naturalidad en un espacio que sostiene con vehemencia un golpe de realidad que se diluye en la recepción y conexión del público instantánea apenas empiezan los diálogos. Es sin duda una obra para relajarse pero con un gran contenido que hará mella en los asistentes.
El viento en un violín se presenta los días miércoles a las 20:45h en el Teatro Milán, no te la pierdas.
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Por Gualberto Ortiz para Boy4ME