La gastritis y el dolor de estómago se cuentan entre las afecciones más comunes. Se estiman entre tres y cinco mil millones de casos al año a nivel global. Este dolor puede ser consecuencia de un problema más grave, o no.
En general, no tiene por qué tener consecuencias más graves, aparte de las molestias. Esto también ocurre con el ardor de estómago, producido en ocasiones por la acidez estomacal. En general, independientemente de su origen, en los casos leves tenemos las mismas cuestiones para prevenir y tratar la afección.
Con el nombre de gastritis se conoce de manera general a las afecciones del estómago. Mientras que el sufijo "-itis" indica inflamación, "gastri-" hace referencia al estómago. De esta manera, el término hace referencia a una enfermedad caracterizada por la inflamación del tejido gástrico, lo que se diferencia de la gastroenteritis, que hace referencia al intestino.
Aun así, la gastritis tiene muchos puntos en común con la gastroenteritis. Así, los síntomas principales de este problema son el dolor y el malestar, pero también pueden darse la diarrea, los vómitos y el dolor abdominal, entre otros. En los peores casos puede cursar con náuseas, mareo, fiebre y otros síntomas generales de malestar. La gastritis, como decíamos, puede ser una enfermedad o solo un síntoma de un problema mayor.
Otra diferencia esencial entre la gastroenteritis y la gastritis es la asociación existente de la primera afección con los virus y bacterias, que suelen ser los principales causantes de este malestar. Por el contrario, en la gastritis existe otras muy diversas razones que pueden ir desde un problema de intolerancia a una incipiente úlcera péptica.
Los más comunes, sin embargo, suelen darse por un alimento inadecuado o en mal estado, lo que provoca el rechazo por parte del estómago, promoviendo una serie de movimientos y calambres. En el caso del ardor, este suele ocurrir con comidas pesadas o cuando la secreción estomacal es demasiado "fuerte", lo que es percibido por la mucosa dándonos sensación de ardor. A veces, los gases, que se acumulan en el intestino, pueden presionar el estómago, generando, también, cierto malestar.
Si nos decidimos a separar el ardor o acidez del dolor causado en la gastritis, debemos aprender a identificarlo adecuadamente. Por desgracia, una vez que comienza, hay muy poco que hacer además de esperar. Podemos aprovechar algunas infusiones, como las de camomila y menta, o valeriana, que ayudarán a reducir los espasmos y el dolor.
No es aconsejable tomar ningún fármaco antiinflamatorio pues estos afectan de forma muy negativa a la mucosa estomacal y a la microbiota intestinal, lo que puede empeorar las circunstancias y provocar una gastroenteritis. También pueden producir un problema de acidez.
Por todo esto, lo único que podemos hacer es beber agua y/o tomar infusiones que nos ayuden a aliviar el malestar, además de esperar. Por otro lado, si queremos prevenirlo tenemos otras opciones a medio plazo. En general estas pasan por identificar las intolerancias, tomar agua y fibra.
Lo primero es obvio: un alimento que nos provoca una intolerancia también es un gran candidato para generar una gastritis. Beber suficiente agua, especialmente en las comidas, y mantener un organismo hidratado permite una mejor digestión. La fibra alimentaria facilita el tránsito y la digestión, reteniendo sustancias que podrías provocar una mayor pesadez o una irritación de estómago.
Es difícil separar las consecuencias del dolor de estómago de la acidez. Sin embargo, es importante hacerlo porque ni las consecuencias ni la forma de evitarlas son iguales. Comenzando por las similitudes, tanto el dolor de la gastritis como el ardor de la acidez están muy relacionadas con la alimentación y con los medicamentos que tomamos. Así, las comidas copiosas o la ingesta de fármacos pueden provocar una horrorosa sensación de ardor.
Esto se debe a la segregación excesiva de ácido clorhídrico por parte del estómago. Esto, como decíamos, puede terminar provocando una úlcera gástrica si no llevamos cuidado. Para combatir esta sensación, al contrario que con el dolor de la gastritis, sí que podemos tomar varias medidas. La primera de ellas consiste en neutralizar la cantidad de ácido y para ello podemos comenzar probando solo con agua.
El agua en el estómago rebajará la concentración y ayudará a reducir la sensación de ardor. En segundo lugar, podemos optar por una sustancia tamponadora. El bicarbonato sódico o los antiácidos, por ejemplo, son sustancias especialmente diseñadas para tal fin. Estas tienen como objetivo regular el pH del estómago, ayudando a que alcance su óptimo sin pasarse ni quedarse cortas.
Por último, podemos prevenir el dolor de estómago y la acidez, por supuesto. La manera más adecuada es, en primer lugar, evitando el alcohol, el tabaco y sustancias estimulantes que promuevan la secreción de ácidos gástricos. Tomar comidas equilibradas, con grasas equilibradas en cantidad y composición y alta presencia de fibras son otra manera de mantener regulado un adecuado tránsito y una digestión óptima, reduciendo el ardor y la acidez.
FUENTE: Vitónica