El pasado sábado se celebró la marcha número 37 del orgullo LGBT en México. Mientras algunas de las ciudades del país se consideran como destinos internacionales gay-friendly, la homofobia y la discriminación siguen latentes, recordando una larga historia de marginación a los derechos de esta comunidad.
En México existe un estigma contra el número 41. El origen está en un mito urbano que data de 1901, cuando el general Porfirio Díaz gobernaba. Cuenta la leyenda que 42 varones de la alta sociedad porfiriana se reunieron para celebrar un baile peculiar, donde la mitad de los asistentes vestía como caballeros y la otra mitad como damas.
La policía sorprendió con una redada a los asistentes al baile. La lista de asistentes jamás fue revelada por tratarse de empresarios y políticos cercanos a Porfirio Díaz. Sin embargo, el rumor se esparció como la pólvora y el hecho fue motivo de burlas por la sociedad mexicana de ese entonces, como este grabado del caricaturista José Guadalupe Posadas:
Algunos de los asistentes debieron cumplir con trabajos forzados al sur del país, excepto uno: se rumoraba que el asistente número 42 era Ignacio de la Torre y Mier, a quien se le permitió la fuga por ser el yerno de Díaz.
El Palacio Negro de Lecumberri fue una de las grandes obras del gobierno de Porfirio Díaz, que en su momento planeaba ser la cárcel más moderna de América Latina. Inspirada en las prisiones La Santé en París y la de Filadelfia, Lecumberri era dominada por un panóptico y estaba dividida en crujías.
La crujía J no tenía cortinas ni separaciones. Era la de “los desviados sexuales”, los amanerados, o quien tuviera comportamientos demasiado “exóticos”. Si bien, ser homosexual no era un delito como tal, las personas de la crujía J estaban ahí por alterar la paz pública. Sus habitantes eran llamados 'los jotos', un término que sobrevive hasta nuestros días y que ha sido apropiado por algunos homosexuales.
En 1978, cuando cientos de personas salieron a marchar para festejar el 25° aniversario de Revolución Cubana, era el inicio de la Guerra Fría y el triunfo de los hermanos Castro había significado una esperanza para los grupos de izquierda en Latinoamérica. En esa marcha desfiló por primera vez un colectivo de homosexuales.
Meses después, un colectivo aún mayor participó en la marcha conmemorativa de la masacre estudiantil de 1968. Nancy Cárdenas, la mujer que se había declarado lesbiana en el noticiario nacional de Jacobo Zabludowsky, encabezó la manifestación.
Un año después, los colectivos de activistas lésbico-gay se juntaron para hacer la primera marcha gay en el país para denunciar los abusos policiales y exigir el respeto a sus derechos humanos, naciendo así la tradición de 37 años.
En 1983 la epidemia del VIH llegó al país. Mientras en Estados Unidos investigaban el virus que afectaba sobretodo a los hombres jóvenes homosexuales, en México no había manera de tratar el virus de inmunodeficiencia humana y existía mucha ignorancia al respecto. Cientos de médicos, enfermeros, hospitales, clínicas y ambulancias se negaban a atender a quienes padecieran los síntomas.
Los enfermos no sólo debían sufrir la falta de atención médica, también el rechazo de sus compañeros, amigos y familiares. En un país mayoritariamente católico, se consideraba que la enfermedad era exclusiva de los homosexuales.
En la Convención de Vancuver de 1996 se comprobó la eficacia de la Terapia Retroviral (TAR). Sin embargo, el gobierno de México no autorizó la compra de los retrovirales para distribuirlos en el sistema de salud pública hasta dos años después. Incluso para 2003, el TAR estaba restringida para los derecho habientes del IMSS y del ISSSTE, y aunque había un proyecto para quienes no contaban con seguridad social, este no era tan eficaz. No se sabe los costos humanosque tuvieron estas decisiones.
El 11 de marzo del 2010 se celebró la primera boda gay en México. En realidad, fue una boda colectiva donde cuatro parejas contrajeron matrimonio ante el registro civil. Lol Kin Castañeda Badillo y Judith Minerva Vázquez Arreola fueron la primera pareja casada que recibió todos los beneficios de este derecho civil. La quinta boda fue de la actriz Jesusa Rodriguez con la cantautora Liliana Felipe, arriba retratadas.
Desde que la Ciudad de México modificara el artículo 147 del Código Civil, el cual reconoce el derecho al matrimonio y la adopción, algunos otros estados siguieron su ejemplo. En 2015 la Suprema Corte de Justicia consideró anticonstitucional prohibirlos, y este año Enrique Peña Nieto propuso la regularización en toda la república y una serie de derechos más que deberán ser reconocidos a lo largo del país.
FUENTE: Hipertextual