Esta biopic de Freddie Mercury hace un acercamiento superficial a la vida del cantante junto a su banda, Queen. Tristemente para los fans, en esta ocasión ellos son los que muerden el polvo.
Bohemian Rhapsody: La historia de Freddie Mercury muestra los puntos clave de la carrera de la banda; desde como se conocieron Brian May, Roger Taylor y Freddie Mercury — y al parecer John Deacon se unió a Queen por generación espontanea—, hasta su emblemática presentación en el festival Live Aid de 1985, tocando ante 72,000 personas en el Estadio Wembley de Londres.
Es emocionante ver como Queen construyó su legado paso a paso y sobre todo, la manera en que las ideas de sus miembros crecieron hasta convertirse en éxitos como “Bohemian Rhapsody”, “We Will Rock You” o “Another One Bites the Dust”, pero solo te producen piel de gallina, nunca profundizan lo suficiente para electrizarte la medula de los huesos. Se quedan en anécdotas simplonas que pudieron dar mucho más.
Se nota que el guitarrista de la banda, Brian May, estuvo metido en todo el proceso de la película e impresiona la elección del cast, que sobrepasan el límite de dobles para convertirse en clones exactos. Por supuesto, el trabajo de Rami Malek —Mr. Robot— como Freddie Mercury es impecable y va más allá de su prótesis dental; estudió perfectamente cada movimiento del cantante y no lo interpretó, hizo un ritual espiritista para que el alma de Freddie lo poseyera. Rami lo revivió. Brilla la participación de Mike Myers que hace uno de los mejores chistes de la película.
Después de las controversias por abuso sexual, Bryan Singer —director de la saga de X-Men— dejó la producción de Bohemian Rhapsody: La Historia de Freddie Mercury semanas antes de finalizar el rodaje, y Dexter Fletcher —Kick-Ass— se hizo cargo de terminarla. Aunque trataron de seguir el ritmo se nota el cambio de director.
Podríamos confiar en la veracidad de esta biopic ya que los integrantes de Queen supervisaron el filme. No sabemos si es por su postura derechista, pero Fox tocó de una manera “sutil y amigable” la vida homosexual del cantante, menospreciando el inevitable empoderamiento de la comunidad LGBTTTI en los ochenta.
Esta oda a Queen se convierte en un buen documento introductorio para las nuevas generaciones, eso sí, sin la homosexualidad de Freddie porque en pleno Siglo XXI un gay heteronormado y discreto es bien aceptado en este mundo machista, y no hay lugar para que hombres con pantalones de cuero ensucien la imagen del cantante.
El final se vuelve tan romántico que empalaga. Innecesarias las letras de karaoke en cada canción.
FUENTE: Time Out Mexico