En la vasta cantidad de temas a utilizar para desarrollar una historia que se traducirá a montaje, pueden ser comunes las historias de amor, familiares o fabulas con moralejas, sin embargo, más complicado es cuando se toca un tema de índole tan personal como el abuso sexual y la manera en que será abordado para un tratamiento con respeto y sobre todo aleccionador más que de morbo.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Blackbird toma este tema para lentamente ir tejiendo un encuentro donde el miedo, el rencor, la incertidumbre y el pasado hacen mella en el día a día buscando salir y explotar o sanar.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Uma y Ray son los protagonistas de esta historia, ambos comparten un pasado idílico que no es tan romántico como pareciera, o al menos no como la sociedad lo percibe, hace 15 años, cuando tenían 12 y 40 años respectivamente, se entregarían al deseo a través de omisiones y vejaciones sexuales impropias de esta pareja discrepante, para después reunirse de nuevo con esto a cuestas buscando sin premura la salida verbal.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Tras lo acontecido, Ray pasaría un tiempo en prisión pues como es sabido, es un hecho penado por las leyes vigentes de diferentes países según sus lineamientos, al salir continuaría con su vida así como lo hiciera Uma, pero la intensidad de aquella relación dejaría una huella para su encuentro actual buscando verdades y un intercambio de experiencias que ayuden a encontrar una luz entre tanta penumbra, cómo sobrellevar esto y poder continuar.
En esta charla ambos dejarán ver su lado más herido, aquel que vive anclado al pasado y a las culpas, las propias y las que permisivamente darían rienda a su historia, pero también su lado más humano e íntimo, aquel más consciente de lo acontecido y lo entregado, el que hará que el espectador se cuestione la veracidad de los argumentos de cada uno y a la que se aferrarán hasta el final.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
Esta obra es un ejercicio moral que exigirá la más atenta escucha del público para no perder detalle alguno e hilar la narrativa de clara composición en exponer un tema tabú y que no fácilmente se toca, pero aquí encuentra un espacio donde no se pretende acusar o evidenciar a alguien, mucho menos buscar bando alguno pero sí poner en la mesa con sutileza y orgánica exposición para envolvernos con su clímax.
La escenografía es una oficina descuidada con papeles y basura por doquier, que oprime la atención y da una ambientación pertinente, donde un idóneo trabajo de iluminación acorde a cada requerimiento mantiene la expectativa para enfocarnos en las intenciones, cada palabra y la interpretación detrás es importante y aporta enérgicamente al relato, a cargo de la dirección de Katina Medina Mora con aguda visión complementada por una vivencia similar, dando mayor empuje a las emociones y lo que pretende explotar del texto.
Las actuaciones están a cargo de Cassandra Ciangherotti como Uma y Alejandro Calva como Ray. Ambos enérgicamente llevan a las últimas consecuencias las emociones y cada pensamiento que recorre la mente de sus personajes, ella es una mujer que físicamente creció y ha tenido que aprender de una vida donde un suceso marcó enormemente su infancia, misma que fue robada para enfrentar experiencias nada acordes a ese momento, tenemos una actriz viviendo su papel, contenida y herida, inmadura, pero con fuerza y un pasado a flor de piel; él, atormentado y cansado, demuestra la carga que soporta y cómo ha entendido el mundo a partir de aquel suceso, un gran contraste que les une en una mancuerna de entrega plausible.
Fotografía por Charly Duchanoy ©
El teatro siempre ha sido catártico a lo largo del tiempo, aquí hay un buen ejemplo de un ritmo sobrio de intenciones puntuales que mantienen el hilo hasta un final arrollador.
Blackbird se presenta los lunes, martes y miércoles a las 20:30 en el Foro Shakespeare. No te la pierdas.
Compra tus boletos aquí
Por Gualberto Ortiz para Boy4ME