Según varios estudios, una dieta saludable que incluya arándanos nos ayuda a protegernos del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes, además de evitar los niveles altos de colesterol en sangre y la acumulación de grasa en la zona del abdomen. Todo ello gracias a uno de sus componentes, llamado pterostilbeno.
Ricos en antocianinas (hasta 15 diferentes) y carotenoides, los arándanos poseen un gran poder antioxidante que ayuda a neutralizar los radicales libres, que son los responsables del envejecimiento celular. De hecho, existen estudios que concluyen que es el alimento con mayor poder antioxidante entre decenas de vegetales analizados. Contienen también taninos, minerales esenciales, vitamina C y vitaminas del grupo B.
Además, las antocianinas también tienen una función antiinflamatoria que ayuda en los procesos articulares y que los hace muy recomendables para los deportistas. Y estas mismas antocianinas, junto a la vitamina C ayudan a frenar el crecimiento de las bacterias cuando estamos pasando por un proceso infeccioso.
Si pensamos que podemos estar bajos de defensas o sufrimos infecciones con frecuencia los arándanos son los frutos que necesitamos para fortalecer nuestras defensas. Ha quedado demostrada la eficacia del consumo de arándanos a la hora de tratar las infecciones de orina causada, sobre todo, por la bacteria Escherichia coli. También se ha demostrado su eficacia para hacer frente a infecciones digestivas.
Una de las bondades de los arándanos es que cuentan con un alto poder nutritivo, pero con un aporte calórico muy bajo (46 calorías por cada 100 gramos) y sin apenas azúcares. Ricos en fibra, los arándanos ayudan a regular el tránsito intestinal, a combatir el estreñimiento por su ligero efecto laxante y la falta de tono del intestino. También ayudan a limpiar el hígado y mejoran, por tanto el aspecto de la piel.
FUENTE: Hola