Resulta interesante cuando un producto fílmico hace su transición al teatro o viceversa, y la amplia gama de oportunidades a explotar o explorar en el imaginario de la adecuación espacial y las traducciones del lenguaje a utilizar, pues aún cuando la historia se mantenga en esencia, deberá adecuarse incluso hacia el público objetivo y aquí tenemos una grata versión de este crudo montaje.
7 años es la primera película que Netflix produjo en España, con la idea original de José Cabeza para posteriormente llegar a los escenarios en Madrid y Argentina en 2018 y 2019, respectivamente, donde ya se traducía el gran potencial de su relato en los teatros, haciendo más íntima la experiencia de un grupo de amigos y socios que tras revelárseles que deberán enfrentar la justicia por 7 años por el desvío de dinero que han hecho a un paraíso fiscal, así que deberán mediar quién de ellos dará la cara para que los demás continúen con la empresa.
Como una suerte de Perfectos desconocidos, tenemos un discurso en el que a medida que avanza el tiempo, la presión y la convivencia irán sacando a flote los más oscuros secretos entre ellos, así como los discursos que serán los motivos por los que deberían salvarse y entregar al otro, volviendo todo en un dilema moral y ético que tocará fibras en el espectador, haciéndole juez y parte de la trama, tomando posturas por cada personaje y abriendo el debate a uno mismo por los ideales que nos llevarían a asumir tal responsabilidad o aferrarse a la libertad, aún cuando se fuera parte del delito en sí.
El reparto es conformado por Alejandro Morales, Cristian Magaloni, Jeannine Derbez, José Ramón Berganza y Pablo Perroni con alternancias de Antonio Gaona, Pedro de Tavira y Rocío Verdejo; Cada actor es pieza clave de este drama y no dejan dudas de su elección, pues cada uno se entrega de manera tal que vemos en sus movimientos y palabras las motivaciones de sus personajes como quien vive y se enfrenta a la situación, formando un grupo que se complementa en todo momento para mantenernos al filo del asiento, reaccionando y temiendo la resolución final.
Por los requerimientos de donde transcurre todo, nos limitamos a una oficina que funciona perfectamente para dar una sensación de claustrofobia, donde cada argumento se comprime y retumba en ese pequeño espacio definido sólo por una mesa y un ajedrez que será parte crucial del transcurrir, además del ingenio de Reynolds Robledo que como director saca provecho del escenario y los movimientos orgánicos de los personajes, a la par que el trabajo conjunto de la musicalización a manos de Fernando Sisniega y David Federico Suzawa y la iluminación por Víctor Zapatero se lucen magníficamente para situarnos en la calidez de un recuerdo o la precipitación contextual de las palabras.
7 años es una obra que no deberá perderse, ya sea por haber disfrutado la película o vivir la historia en una intimidad que arrolla con los juicios y preceptos de cada espectador. Se presenta en el Foro Lucerna los martes y miércoles a las 20:30h.
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Por Gualberto Ortiz para Boy4ME