La cuarta y última temporada de Club de Cuervos llegó a Netflix y con ella nos muestra las últimas aventuras de los hermanos Iglesias, así como el destino del famoso club de fútbol de Nuevo Toledo. Acá hablaremos de esta entrega sin spoilers.
Gaz Alazraki, creador de la serie mexicana para Netflix, y su equipo confeccionaron una despedida del show a la altura de su trama y de su público. De nueva cuenta demostraron que son capaces de hacer una temporada amena, divertida pero también dramática e inteligente. La peculiar mezcla que Club de Cuervos ha ofrecido a su audiencia.
El universo Club de Cuervos
En 2015 Netflix estrenó Club de Cuervos, convirtiéndose en la primera producción mexicana para la plataforma. El abanico de temas, su peculiar humor y, por supuesto, el fútbol, pronto se convirtió en una favorita del público. Desde entonces hemos disfrutado cada año de una nueva temporada; todas y cada una hilarantes, con temas cada vez más interesantes y en las que vimos el crecimiento y evolución de sus personajes.
Tras el éxito de la serie y lo entrañable que resultó Hugo Sánchez fue lanzado un spin-off de este personaje interpretado por Jesús Zavala. La balada de Hugo Sánchez fue estrenada en junio del 2018 y más tarde, el mes de octubre, sería lanzada una película enfocada en Joaquín "Potro" Ferreira: Yo, Potro. Ambos títulos derivados forman parte y es necesario verlos para comprender mejor los eventos de la cuarta temporada de Club de Cuervos que, finalmente y de forma excelente, echa el cierre en esta entrega.
Una comedia única
Con la proliferación de títulos de comedia en el cine y televisión mexicanos, uno puede preguntarse ¿qué tiene de distinto Club de Cuervos? ¿Por qué se insiste en las temáticas en las que las clases sociales favorecidas son las protagonistas y el entretenimiento que se busca parte del contraste, la burla o incluso el escarnio en este sentido? La respuesta corta: porque Club de Cuervos es una comedia única. Ha mantenido un equilibrio entre la comedia, el drama y la sátira, también así entre la profundidad y la ligereza de decir lo que sea. Se ha arriesgado a muchas cosas, y eso la hace memorable, divertida y muy original.
Pero para ahondar más en la respuesta podemos decir que Club de Cuervos no parte de las diferencias de clase para burlarse de los ricos o de los pobres —aunque lo hace en muchos sentidos— sino de un problema familiar muy profundo del que se desprenden historias complejas, dolorosas, y de paso critica casi todo: a las televisoras mexicanas, a los medios de comunicación, a la iglesia católica pero también a las modas de técnicas pseudoespirituales, a la vida en la era de las redes sociales, a las costumbres sociales culturales mexicanas, y un largo etcétera. Además, retrata momentos y personajes clave tanto del fútbol —jugadores, directivos, casos famosos—, como de la política —un tema ideal para esta nueva etapa en la vida política de México—.
En resumen podemos decir que Club de Cuervos conjuga con inteligencia y desfachatez una serie de temáticas que aborda sin miedo y sin trabas. El showtransita por una línea, que existe solo cuando se sabe unir el humor con la inteligencia, en la que trata a todos por igual, es decir, de todos se ríe y a todos los presenta como personajes tan fútiles y profundos, tal y como sucede en la vida real.
Una despedida larga y emotiva
La cuarta temporada capitaliza todo lo que Club de Cuervos ha traído a la mesa desde su lanzamiento en la plataforma de Netflix. Los problemas de los hermanos Iglesias lucen muy distintos a la distancia, sobre todo luego de verlos evolucionar, tanto a Chava e Isabel como al resto de los personajes.
La buena noticia es que todos los personajes —al menos los que debían hacerlo— cierran su arco y se preparan para una nueva etapa. A algunos los vemos caer en sitios predecibles y a otros en lugares que no nos imaginábamos; pero eso sí, se les despide con cariño, como se merecen luego de acompañarnos durante estos años. Con este final Club de Cuervos nos recuerda que a los grandes personajes y a los grandes títulos hay que despedirlos como se debe y sobre todo que debe hacerse a tiempo. Los creadores de Club de Cuervos se negaron a realizar más temporadas de este título y esto se agradece, porque vaya que hemos tenido series que han abusado de nuestra hospitalidad.
Sin duda es mejor un final a tiempo que varias temporadas sin el encanto que nos enganchó al principio. Club de Cuervos se despide así, a tiempo y de la mejor manera.
Todas las temporadas de Club de Cuervos se encuentran disponibles para los suscriptores de Netflix, así como sus dos spin-offs: La balada de Hugo Sánchez y Yo, Potro.
FUENTE: Hipertextual